En septiembre de 2018, mientras Jair Bolsonaro hacía campaña en Juiz de Fora, una ciudad del interior del sureste de Brasil, un hombre de 40 años se abrió paso entre la multitud y apuñaló al candidato en el estómago.

Imágenes de Bolsonaro doblado de dolor, vistiendo una camiseta con los colores de la selección brasileña, fueron compartidas millones de veces y transmitidas incesantemente por televisión.

El excapitán del ejército sobrevivió, y la conmoción causada por el ataque fortaleció su imagen de candidato -que era considerado un outsider – y lo condujo a la victoria semanas después.

Siete años después, el Tribunal Supremo de Brasil emitió un fallo que parece haber puesto fin a su extraordinario ascenso tras declararlo culpable de planear un golpe militar.

Pero la volatilidad polí

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