La pureza del tintero: regresar al pupitre, al trébol copioso, al mapa azaroso de la infancia. Tras el cristal, el tono veloz de la abubilla, el rumor del Esla, el cobre vibrante de los chopos. Evocar la morosa virtud de la caligrafía, del plumier tallado, de nuestras rodillas, blancas como manzanas. Y escuchar el nombre de las cosas: el tintero, el pupitre y el trébol, los mapas azarosos de la infancia.

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