La sociedad brasileña permanece dividida respecto a la condena de 27 años y tres meses de cárcel a Jair Bolsonaro por liderar un intento de golpe de Estado tras perder las elecciones presidenciales en 2022, que incluía un plan de asesinar al actual presidente Luiz Inacio Lula da Silva y a Alexandre de Moraes, el juez que ha coordinado la investigación.

Sin embargo, y pese a esta “polarización lógica” , según resumió ayer un analista en Rio, la noticia de la histórica condena fue recibida en un ambiente de paz y calma ayer en las calles de las grandes ciudades brasileñas, sin protestas importantes del movimiento bolsonarista.

Lo que sí puede perturbar la paz social brasileña y el funcionamiento ordenado del Estado de derecho brasileño no proviene de Brasil sino de Washington, tras las últ

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