NO SOMOS IGUALES. En literatura, que es de lo que este servidor vive, aprendimos esta evidencia nada más echar los dientes de leche en el arte de enhebrar cultos y de llenar charcos. He aquí un botón de muestra. Los dedos de la mano son cinco, menos en los mancos, claro está. Parecen iguales «pero no son todos parejos», puntuaba el Arcipreste de Hita en El libro de Buen amor. En español, y este es el quid, siempre anda por ahí un pero, la dichosa conjunción adversativa, hasta para los dedos de la mano, que tiene huevos la huevera.

Señores, que se trata de algo real desde Atapuerca. En democracia progresista nos consta desde el instante cero que Sánchez, el yerno de Sabiniano, se hizo con el poder absoluto siguiendo la conseja mercantil de su suegro experto en saunas: en placer nada es igu

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