Por Jorge Fernández Díaz, en diario La Nación
Un ejemplo cómico sería: me enamoré porque era un bohemio y al tiempo me separé porque me parecía un vago. Las sociedades son cada vez más volubles y extremas, y tienen menos paciencia; no registrar esa inquietante característica de nuestros tiempos también implica un grave error de cálculo. Hay, por eso, una cierta injusticia en cargarle toda la responsabilidad de este disgusto electoral a una figura que fue transparente. Mintió, eso sí, en un asunto esencial: la motosierra era originalmente para los privilegiados y no para los jubilados, los discapacitados, los médicos, los obreros, los albañiles, las empleadas domésticas, los menos favorecidos de la Argentina.
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