Los nepalíes abrazaron jubilosos la modernidad en 2008. El Parlamento expulsó a Gyanendra , representante de la última monarquía hinduista del mundo, después de haber nacionalizado sus siete palacios y sustituido su efigie por el Everest en los billetes. El país celebraba la República, clausuraba la guerra civil entre Ejército y maoístas que había dejado 13.000 muertos en una década y confiaba en que los comunistas condujeran al pequeño país himaláyico a la prosperidad.

Dieciocho años después han echado los nepalíes a los comunistas . De regeneradores mutaron en ineptos y corruptos . El primer ministro caminaba la semana pasada sobre la alfombra roja en Pekín, donde asistió al masivo desfile militar , y hoy está escondido. Varios políticos escaparon de la turbamulta en cestas

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