Cuando nos devolvemos en el tiempo para entender los sabores, todos los caminos nos dirigen a Francia. Un país que, desde el punto de vista culinario, le lleva años luz a los que le siguen, no solo porque allí se gestó la conversión del acto de alimentarse para la supervivencia, en uno de inmenso placer, sino porque se desarrolló la ciencia culinaria, enalteciendo el más antiguo de los oficios. Cuando nos gusta comer, podemos ser felices varias veces al día. Cuando nos gusta cocinar, lo seremos toda la vida. Entender la cocina desde la ciencia le va a abrir un panorama maravilloso y cada vez que mire la nevera va a encontrar infinitas posibilidades. Una dicha para los que son felices procurándole placer a su familia, por algo casi todo el mundo tiene algo que contar de la comida de su abue
La deuda eterna que tenemos con el rey sol, en palabras de Álvaro Molina

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