Situado a los pies de la sierra de Guara, este pequeño municipio combina historia, cultura y naturaleza en la provincia de Huesca. Su casco histórico, sus miradores y la ruta del río Vero lo hacen un destino imprescindible del Somontano
Siete destinos franceses a un paso de España que merece mucho la pena visitar
Alquézar, por lo general, no suele estar en el radar de quienes visitan Aragón. Está en el Somontano de Barbastro, al abrigo de la sierra de Guara, y quizá por eso muchos pasan de largo sin darse cuenta de lo que aquí se pierden. Basta con asomarse un poco para entender por qué este pueblo está considerado uno de los más bonitos de España.
El nombre ya da alguna pista: viene del árabe al-Qasr, que significa ‘fortaleza’. Y así nació, como un castillo en lo alto de un espolón rocoso que vigilaba el río Vero. A partir de ahí fue creciendo el pueblo, primero como bastión musulmán y más tarde como villa cristiana. Hoy, esa historia se nota en cada rincón, desde la colegiata que domina el casco antiguo hasta las callejuelas que nos llevan arriba y abajo.
Lo mejor, además, es que Alquézar ofrece un plan redondo: por un lado está el propio pueblo, con su trazado medieval, su colegiata y sus miradores; y por otro, justo al lado, está la ruta de las pasarelas del Vero, que se ha convertido en una de las más populares de Aragón. Por lo que tenemos patrimonio y naturaleza en una misma escapada.
Calles que suben y bajan
El casco histórico está declarado Conjunto Histórico-Artístico, y con razón. No hace falta ningún mapa, aquí basta con dejarse llevar por las calles empedradas para llegar a pequeñas plazas y rodearse de casas de piedra con balcones de madera. Verás que hay rincones donde el pueblo se cubre con pasadizos que conectan una vivienda con otra: son los callizos, una de las señas de identidad de Alquézar.
La plaza principal, antes Plaza Mayor y hoy conocida como Rafael Ayerbe, fue durante siglos lugar de ferias y mercados. Allí todavía se siente ese ambiente de punto de encuentro, rodeada de edificios de piedra y ladrillo construidos en los siglos XVI, XVII y XVIII.
No dejes de callejear de un lado a otro, pasarás por un llamativo portalón gótico (única puerta de acceso a la villa medieval que aún se conserva) y llegarás hasta el Museo Etnográfico Casa Fabián, cuya sede se encuentra en una casa tradicional aragonesa del siglo XVII.
Eso sí, para apreciar el pueblo en todo su conjunto, lo mejor es acercarse al mirador de la Sonrisa del Viento. Está un poco antes de llegar al pueblo y desde él tienes una panorámica perfecta tanto de la monumentalidad de Alquézar como del cañón del río Vero. Aunque si quieres apreciar el desfiladero sin salir del pueblo, entonces lo mejor es recurrir al mirador de O’Bicón, pues desde él tienes una magnífica vista del último tramo del cañón.
La colegiata que lo domina todo
Si hay un edificio que define a Alquézar es la Colegiata de Santa María la Mayor. No solo porque se ve desde cualquier parte del pueblo, sino porque explica buena parte de su historia. Nació como fortaleza musulmana en el siglo IX y, tras la conquista cristiana, se convirtió en un conjunto religioso que fue creciendo con el tiempo.
Lo más llamativo es cómo mezcla estilos: del románico primitivo todavía quedan restos en la iglesia y en los capiteles; el gótico y el renacimiento se dejan ver en el claustro, con pinturas murales que narran escenas bíblicas; y la entrada completa el conjunto con su estilo barroco. La sensación es curiosa al encontrarnos en un lugar que fue al mismo tiempo fortaleza y templo.
La colegiata alberga también un museo de arte sacro con piezas procedentes de diferentes iglesias del entorno. A su lado, la iglesia de San Miguel, de principios del siglo XVIII, completa el patrimonio religioso del pueblo, junto a ermitas como la de San Gregorio o la de Nuestra Señora de las Nieves.
Las pasarelas sobre el Vero
Tras la dosis cultural e histórica del pueblo, podemos adentrarnos en la naturaleza a través de la ruta de las pasarelas del Vero. Es un itinerario circular de unos tres kilómetros que baja desde lo alto de Alquézar hasta el cauce del río, para después bordearlo por pasarelas metálicas fijadas en la roca. No es un sendero largo ni complicado, pero sí muy entretenido: escaleras, caminos de tierra, tramos suspendidos sobre el agua… Todo en poco más de hora y media de paseo.
El arranque suele hacerse desde la parte baja del pueblo, donde un camino desciende hacia el cañón. Poco a poco se van descubriendo rincones que no se ven desde arriba, como paredes verticales, pozas de agua transparente y pequeñas cascadas.
Uno de los puntos más llamativos es la llegada a la antigua central hidroeléctrica, construida en el siglo XIX para abastecer de electricidad a la zona. Hoy está en desuso pero su estructura se mantiene como parte del recorrido y aporta un toque histórico a la ruta. Más adelante, el sendero asciende de nuevo hasta conectar con miradores naturales que ofrecen panorámicas espectaculares del cañón.
Lo bueno de este itinerario es que no exige experiencia en montaña, aunque sí conviene llevar calzado adecuado porque hay tramos con desnivel. Aquí el consejo que te damos es simple: ir sin prisa, porque es un camino que pide detenerse a cada poco.
El río Vero, además, es un lugar privilegiado para observar aves rapaces. No es raro ver buitres leonados sobrevolando el cañón mientras se camina por las pasarelas. Esa mezcla de naturaleza, aventura y patrimonio convierte la ruta en un plan perfecto para completar la visita a Alquézar.
Más rutas desde Alquézar
Aunque la de las pasarelas es la más conocida, no es la única. Desde Alquézar parten senderos que conectan con otros pueblos del Somontano o que se adentran en barrancos cercanos. El Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara es famoso por el barranquismo y la escalada, pero también tiene caminos señalizados para quienes prefieren caminar tranquilos.
Incluso sin salir del entorno más cercano, se puede llegar a abrigos con arte rupestre prehistórico, declarados Patrimonio de la Humanidad. Una prueba más de que este rincón de Huesca no solo tiene un pueblo bonito, sino también paisaje e historia que van mucho más allá de lo que se ve a simple vista.