El brutal asesinato del activista conservador Charlie Kirk durante una charla en la Universidad del Valle de Utah, que provocó una conmoción política en Estados Unidos, desató una ola de despidos, suspensiones y censuras en varios estados.
El incidente, ocurrido el miércoles pasado, puso de relieve la difícil relación entre la libertad de expresión y las consecuencias de la violencia política en la era digital.
El crimen de Kirk (31 años) a manos de un joven de 22, Tyler Robinson, sin afiliación política, pero con fuerte rechazo a las posturas del activista trumpista, fue condenado de manera generalizada por la dirigencia de ambos lados del espectro político. Pese a ello, la tragedia reavivó las divisiones partidistas y llevó a algunos a justificar el asesinato de Kirk por sus posturas d