Cuando un político como Rafael López Aliaga, Nicolás Maduro, Donald Trump, Javier Milei, Daniel Ortega o Jair Bolsonaro utiliza la retórica del odio, su objetivo es deshumanizar al "otro". Al no ver a los oponentes como personas con ideas diferentes, sino presentarlos como una amenaza para la nación o la sociedad, se facilita el uso de un lenguaje que, de manera simbólica, busca su eliminación del escenario político. El discurso polarizado recurre con frecuencia a metáforas de guerra y aniquilación para referirse a los adversarios. La táctica del "político del odio" es transformar al contrincante en enemigo; en ese proceso, el lenguaje se vuelve cada vez más extremo.

En el plano local, esta lógica se refleja en frases como “cargarse a Gorriti” o “muerte a Cerrón, muerte a Castillo”, pronu

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