El domingo pasado, cerca de las siete de la tarde, Javier Milei salió de la Residencia de Olivos rumbo a Gonnet con un pronóstico pesimista, pero no tanto: le habían adelantado que La Libertad Avanza perdería por tres o cuatro puntos. Apenas una hora más tarde, el panorama había cambiado. El Presidente se enteró de que el peronismo le asestaba una paliza al Gobierno en el principal distrito del país, justo ahí donde él había prometido poner el último clavo del cajón del kirchnerismo, cuando la camioneta que lo trasladaba junto a Karina estaba por ingresar a La Plata. Dicen que hubo unos instantes de crisis personal, de insultos, en los que Milei amagó con volverse, y que fue su hermana la que lo convenció de que debía, al menos, pasar a saludar. En el exclusivo Vonharv de Gonnet, un salón

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