Horacio Salinas (74) admite que durante sus años de exilio en Europa junto a Inti-Illimani, lidiaba con la llamada “nostalgia del elefante”: aquella supuesta evocación permanente de los paquidermos por su lugar de origen y sus ancestros. “Yo viví en el sur de Chile hasta los nueve años. En el campo. Nunca me sentí cómodo en otro lado. Por eso siempre quise volver. Y aquí estoy”, reafirma en diálogo con Culto desde su casa en las inmediaciones del lago Caburgua, en la Región de la Araucanía, donde reside hace cinco años. “Y aquí me quiero quedar”, enfatiza.

Como consecuencia de ese camino en reversa al nido, uno de los músicos más relevantes del cancionero nacional comenzó en el último tiempo a elaborar el libro Música imaginada, el que supone una continuación de su primer texto, La canció

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