Aunque la Edad Media está repleta de costumbres asquerosas , sus hábitos de higiene y tratamientos médicos merecen una nota aparte. El paso del tiempo y las supersticiones que imperaban han provocado que algunos de sus remedios nos parezcan auténticas barbaridades.

Uno de los más habituales, y también de los más peligrosos, fue el uso de sanguijuelas para extraer lo que se consideraba sangre mala . Y lo peor es que se empleó durante siglos.

De hecho, la práctica se extendió por toda Europa y Asia bajo la convicción de que equilibraba los humores del cuerpo. En realidad sólo ocasionaba enfermedades, desangramientos, infecciones y miles de muertes al año.

El protagonista más asqueroso de la medicina en la Edad Media

El pensamiento médico de la época giraba en torno a la teoría de los cuatro humores o fluidos principales del cuerpo: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra . Se creía que cualquier enfermedad surgía por un desajuste entre ellos, ya fuera por exceso o por defecto.

Por ello, los médicos de la época pensaban que la solución más rápida parecía ser sangrar al paciente. Para ello se recurrió a las sanguijuelas , unos pequeños anélidos capaces de succionar grandes cantidades de sangre al adherirse a la piel.

Lo mejor de todo es que esta costumbre servía para cualquier tipo de enfermedad: fiebres, resfriados, jaquecas, problemas pulmonares o hasta un desequilibrio mental.

Los barberos-cirujanos y los boticarios las ofrecían como si fueran una solución milagrosa, por lo que las sanguijuelas llegaron a convertirse en un negocio internacional .

Al año era necesario recolectar muchísimas para abastecer a todos los hospitales y consultas de la época. Para muchos fue símbolo de progreso, pero realmente era un trampa mortal.

Por qué la costumbre medieval de usar sanguijuelas en medicina era peligrosa

Realmente el riesgo de desangrarse no era el gran problema de usar sanguijuelas; lo peor de todo era la falta de higiene en el proceso de aplicación.

Se ponían directamente sobre la piel del paciente sin ningún tipo de esterilización y, en muchos casos, se reutilizaban en distintos enfermos , lo que facilitaba la transmisión de infecciones.

En los casos más extremos el sangrado también podía ser un problema. Había sesiones en las que se llegaba a extraer medio litro de una sola vez sin ningún tipo de control, una cantidad que debilitaba gravemente al paciente.

Por ello se producían casos que justifican aquello de llamar matasanos a los médicos. Lo que empezaba como un constipado en la Edad Media podía acabar en hemorragias, anemia y desmayos.

Y lo peor de todo es que a esta práctica también se sometían los niños y las mujeres embarazadas . En algunos tratamientos la mordida de la sanguijuela podía provocar úlceras, necrosis localizadas y hasta septicemias que acababan con el enfermo.

En la Edad Media era una barbaridad y ahora los médicos lo utilizan

Es cierto que el uso de sanguijuelas de manera indiscriminada justifica a aquellos que defienden la Edad Media como una etapa oscura , pero la realidad es que también hubo momentos de luces.

A partir del siglo XIX la ciencia descartó la teoría de los humores y las sanguijuelas perdieron paulatinamente fama en medicina . Sin embargo, en la actualidad este animal ha vuelto a encontrar un hueco en los quirófanos.

Por increíble que parezca, ahora sí se ha demostrado que las sanguijuelas pueden ser de ayuda en la cirugía reconstructiva, ya que su saliva contiene hirudina.

Se trata de una sustancia anticoagulante que evita la formación de coágulos . Gracias a ello se emplean en operaciones delicadas, como injertos de piel o reimplantes de dedos, donde facilitan la irrigación sanguínea en tejidos en riesgo.