La vida política es cada vez más intensa y omnipresente, tanto para la ciudadanía como para quienes ejercen el poder. Es la comunicación es el gran metrónomo que marca el ritmo. Existen políticos (en todo el mundo) que padecen una incontrolable verborrea; hablan solo por hablar, sin rumbo alguno. Muchos de ellos y ellas se olvidan, una vez que llegan al poder, que la gente vive su vida de manera cotidiana sin esperar lo que diga tal o cual gobernante o política; olvidan que la comunicación política es una batalla diaria por controlar la agenda pública, es que la atención se enfoque justo donde alguien lo desea.
Como bien lo define el consultor y académico argentino Mario Riorda, para que ello pase se necesitan cuatro factores: instalación, encuadre, tono y expectativas.
La instalación es