De entrada, una incongruencia. Que el Congreso de los Diputados vote sobre la reducción de la jornada laboral pasadas las nueve de la noche tiene un punto de contradicción. O bien sus señorías no creen en lo que predican o no saben organizarse. Dicho esto, la cuestión es que la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha apostado fuerte y la jugada le ha salido mal. El rechazo a su propuesta estrella de las 37,5 horas la deja en una frágil posición.

Por un lado, sin componentes substanciales para implementar el giro social que busca en esta legislatura. Hay otras medidas en su agenda, pero no de este empaque, y además, todo lo que tenga que pasar por el parlamento está destinado a sufrir un calvario. Ha ampliado los permisos por nacimiento y cuidados, y podrá aumentar de nuev

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