Agosto fue un mes pasado por agua y más de lo pensado para el agro argentino, mientras que ahora persiste la incertidumbre. Las lluvias torrenciales que azotaron la región núcleo -que comprende el norte bonaerense, el sudeste de Córdoba y el sur de Santa Fe- desbordaron los historiales de precipitaciones, saturaron millones de hectáreas y dejaron al descubierto las profundas debilidades en infraestructura hídrica y manejo del agua, con una impronta especialmente pesada sobre el campo provincial.

Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario reveló que el 83 por ciento de estas hectáreas -unas 8,3 millones de las 10 millones que la componen- registran suelos saturados de agua, “en el primer metro y en profundidad”. Este nivel de humedad no tiene precedentes en registros recientes: la media

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