Investigando un poco sobre el tema, me he dado cuenta de que en México y en gran parte de América Latina, inscribir a los hijos en escuelas privadas no es únicamente una decisión pedagógica. Para muchos padres y madres, representa una inversión simbólica y estratégica: un boleto hacia una vida de mayores oportunidades, prestigio y reconocimiento social.

Tengo un buen amigo que, como yo, puede considerarse clasemediero: es profesionista y vive modestamente en una colonia popular de Mazatlán. En días recientes charlando y quejándonos de lo caro que se ha vuelto la vida actualmente, me contó que a pesar de eso paga a su hijo la secundaria privada más cara de la ciudad.

A veces se queja de que ya no puede salir a cenar o a tomar una cerveza porque la colegiatura se lo come todo. En seguida m

See Full Page