Por Jorge Bernabé Aragón
Las recientes elecciones en Buenos Aires han dejado en evidencia una verdad que no debería sorprendernos: un gobierno no gana elecciones, ni mucho menos legitimidad histórica, enarbolando como única bandera el equilibrio fiscal. Podrá exhibir cifras, pero si detrás de esos números late el silencio de los más vulnerables -personas discapacitadas, ancianos, niños, mujeres en contextos de violencia- ese triunfo resulta vacío y efímero. El propio escándalo en la Agencia Nacional de Discapacidad, tan fácil de comprender para la ciudadanía, mostró que la política no puede reducirse a cuentas frías ni a slogans de campaña. La gente entendió que lo que se desprecia en los escritorios contables termina siendo lo que más duele en las mesas humildes: la falta de medicamento