La primera novela, El Detective Espiritual, abre la senda con la fuerza de una pregunta radical: ¿cómo investigar el sentido de la existencia con la misma precisión con que un detective reconstruye un crimen? En su protagonista, Mariana, se encarna la paradoja del buscador: vulnerable y lúcida, perdida y al mismo tiempo inevitablemente guiada hacia su verdad interior. El relato logra que el lector se reconozca en ella, en esa danza de intuiciones, miedos y hallazgos.
Técnicas de Luz da un giro que sorprende. No abandona el tono literario, pero se atreve a mostrar el oficio de la espiritualidad. Jesús, como maestro-guía, entrega a Mariana prácticas concretas que no son meras metáforas, sino propuestas de transformación. Aquí la narrativa se vuelve taller del alma: cada capítulo encarna la