Podemos convenir que los hospitales no son el lugar en el que uno quisiera estar. Y no porque el personal sea malo o lo sea también nuestra sanidad, nada más lejos de la realidad, sino porque estar en un hospital, a menudo, significa que las cosas no van bien.
No siempre es así, y a veces es un lugar de grandes noticias pero, cuando escuchas que alguien está ingresado, suele ser porque algo no está bien en su estado de salud. Especialmente, cuando alguien, por enfermedades crónicas, debe permanecer durante mucho tiempo en el hospital.
No es una imagen que agrade a nadie ni una situación que sea deseable, y, tanto menos lo es cuando se trata de niños. Las áreas pediátricas son lugares que están llenos de alegría por la inocencia de los niños, pero lugares desoladores por ver cómo no s