Durante décadas Córdoba fue tierra de ganaderos. La práctica pecuaria no solo definió su economía, también su identidad: bastaba mirar la Feria Nacional de la Ganadería en Montería para entender que este departamento del Caribe giraba alrededor del hato. Pero esa imagen, que parecía inamovible, ha empezado a transformarse.

En el fértil valle del Sinú, donde los cordobeses repiten con orgullo que “todo florece”, la agricultura y el turismo son hoy sus nuevas cartas de desarrollo. No se trata de negar la tradición ganadera, sino de diversificar, abrirles espacio a productos agrícolas de alto valor y a experiencias turísticas que muestran otra cara del territorio. La apuesta es reinventarse para competir con otros destinos del Caribe y consolidarse como una despensa agrícola con proyección i

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