“Con agua y jabón, el lodo sale mejor”, dice Ángel, con un dejo de broma en la voz, pero con la certeza de quien lo ha hecho muchas veces. Mientras lanza un balde de agua sobre el piso de la mueblería donde trabaja —una bodega ubicada sobre la avenida Ignacio Zaragoza, entre la estación del Metro Acatitla y el puente de La Concordia —, el lodo se revuelve con los restos del desastre más reciente.
Las lluvias de este domingo provocaron inundaciones a apenas 500 metros de la zona donde hace cinco días ocurrió la explosión de una pipa de gas que se volcó, dejando hasta el momento a 14 personas fallecidas y 39 que continúan hospitalizadas . Hoy, lo que queda es otro tipo de desastre: agua sucia, mercancía perdida y cansancio acumulado.
—Lo malo es que esto ya no es un misterio. Siemp