“A mí me operó Jesucristo”, dice Pepe Benavente, que recuerda cuando perdió la voz y salió como nuevo de Pamplona. Ahora, en plenas facultades, quiere irse “por la puerta grande”, según anunció en ATLÁNTICO TV. Las verbenas, los Carnavales, las galas de los pueblos no serán lo mismo sin su presencia. Esa corona quedará vacante.
Siempre hubo en Canarias una voz que se ganaba el favor popular de todas las Islas, hubiera pleito insular o mar en calma. Y en su caso, ha superado los turnos de esas monarquías de solistas bendecidos por la gracia de la aprobación regional. Ni Pepe sabe el secreto de haberse mantenido tanto tiempo en lo alto de un género tan nuestro como las orquestas, que mi antiguo compañero en Radio Club Miguel Rodríguez invocaba en las ondas con un grito de guerra genuino: “¡