Las elecciones son prístinas aguas de fuentes que brotan de las capas freáticas de la libertad y la soberanía populares, la igualdad entre desiguales (¡toma miel de ojana!). Exacerban la fraternidad pandillera, con sus insoportables cariños. Y raciones de gambas al ajillo, coquinas bravas y chocos fritos; esto es: blablablá. No me lo tomen como cinismo, me refiero a los siguiente: es que se acerquen las elecciones y que revienten los púlpitos laicos, las soflamas y proclamas, el bandereo y el banderismo, los abrazos que serían puñales; cosas menores como los códigos de etiqueta para los mítines y el pastón de origen público que se gasta en las campañas. Y las tremendas trolas. Las elecciones son cada cierto tiempo, y en ocasiones casi se solapan y se suceden.

Dicen que dijo Pla un verano

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