Guillermo Vivanco, el chef detrás del premiado producto local, relata cómo cocinó su éxito a fuego lento
Cuando Guillermo Vivanco tenía seis años avisaba a los vecinos del barrio República, en el centro de Santiago, que su madre vendía sal y azúcar en su casa. Era un hogar donde el pan se compraba ya duro para administrar bien cada peso que entraba. Eran los inicios de los ochenta y de almacén familiar. Con el tiempo, la idea de negocio se transformó en un espacio de 10 metros cuadrados que ofrecía productos para la despensa, alimentos perecederos y… empanadas de pino . Las compraban y revendían. Tenían una salida que, sin ser nada especial -una decena al día-, sí era estable. Pero a Vivanco no le gustaban. Cuando tenía 19 años y comenzó a involucrarse en el local, decidió elaborar él m