La historia de Joaquín González y Matías Sales empezó con una pelota demasiado grande para sus manos pequeñas y un aro que parecía inalcanzable. Era 2008, la escuelita de básquet de Ferro recién abría sus puertas y ellos, con apenas cuatro años, fueron de los primeros en llegar. Desde ese día, la amistad y el básquet se entrelazaron en un camino que los llevaría a crecer juntos, a ganar campeonatos y a soñar con vestir, algún día, la camiseta de su club en los torneos más importantes.
Pero el destino, siempre imprevisible, decidió ponerlos a prueba. En 2018, una tarde de mayo que quedará grabada en la memoria de Puerto Madryn, la noticia comenzó a correr como el viento: “Un joven basquetbolista de Ferro lucha por su vida tras sufrir una descarga eléctrica ”. Ese joven era Joaquín.