El asesinato del activista conservador Charlie Kirk , ocurrido el 10 de septiembre en Utah, abrió un frente político y social que trasciende la tragedia y expone una batalla sobre los límites de la libertad de expresión, el papel de los empleadores y la intervención del gobierno en la regulación de la palabra .
En los días posteriores a la muerte de Kirk, decenas de trabajadores de distintos sectores fueron despedidos o suspendidos por comentarios en redes sociales considerados inapropiados , lo que desató acusaciones de persecución ideológica y de reeditar mecanismos de censura propios de otros momentos oscuros de la historia estadounidense.
El vicepresidente republicano JD Vance , aliado cercano de Kirk, se sumó de lleno a la campaña que ya impulsaban legisladores y gobernadore