A pesar de su radiante aspecto físico y de su belleza blanca y rubia, o tal precisamente por eso mismo, Robert Redford quiso buscar siempre en el compromiso ético y en los márgenes del mainstream hollywoodiense donde siempre fue rey, los caminos alternativos o la escapatoria personal para no ser considerado únicamente como el gran mito e icono sexual masculino del cine norteamericano de su tiempo , un tiempo que se dilató al menos tres décadas desde los sesenta y que se prolongó incluso más allá en sus contadas apariciones de madurez hasta su despedida en 2018 en la estupenda y autorreferencial The old man & the gun.

Lo hizo siempre seleccionando papeles a la medida de un cierto peso moral y una innegable conciencia cívica, crítica y política ( El candidato , Los tres días de

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