Imagina un mensajero interestelar, una roca espacial que ha vagado por el sistema solar durante miles de millones de años, guardando celosamente los secretos de nuestros orígenes. Ese mensajero es el asteroide Bennu, y gracias a la audaz misión OSIRIS-REx de la NASA, ahora tenemos su preciada carga en nuestras manos: polvo y rocas que están "reescribiendo los libros de texto" sobre los comienzos de nuestro sistema solar.
Estos descubrimientos no muestran evidencia de vida, pero sí sugieren que las condiciones necesarias para el surgimiento de la vida estaban muy extendidas en todo el sistema solar primitivo, lo que aumentaría las probabilidades de que la vida pudiera haberse formado en otros planetas y lunas.
Noticias esenciales en español: Suscríbete al boletín de La Voz
P