Nueve soldados israelíes están rezando debajo de unos eucaliptus donde hay un coro de cotorras. Están parados, con sus uniformes y sus fusiles M-16 colgando de las espaldas, balanceándose rítmicamente mirando al Noreste, en dirección a Jerusalén. El rabino que los guía sopla el shofar -el cuerno de carnero que anuncia las celebraciones judías- y casi al mismo tiempo suena una bomba, dos, tres.

Los soldados no se inmutan porque son explosiones de fuego amigo.

Allí nomás, pasando la ruta y unos campos amarillos, está la franja de Gaza, donde el Ejército israelí irrumpió este martes para acelerar el control de la Capital, la ciudad de Gaza, donde cree que aún se ocultan segundas y terceras lineas de Hamás, el grupo terrorista que aún esconde a los rehenes del ataque del 7 de octubre de

See Full Page