Más de un padre habrá escuchado la frase “no quiero ir a la escuela” . Y si bien es esperable que haya días que los niños y adolescentes estén cansados o prefieran quedarse en casa, cuando se convierte en una constante, puede indicar mucho más que simple desgano .

Según la Kids Mental Health Foundation , organización fundada por el Nationwide Children’s Hospital de Estados Unidos, la persistencia de este rechazo es, en ocasiones, un síntoma de angustia emocional que requiere una atención especial.

Asimismo, una encuesta nacional de Ipsos para la entidad estadounidense, reveló que un 42% de los estudiantes que faltaron a la escuela en el último año aseguraron no sentirse físicamente capaces de asistir mientras que un 20% afirmó experimentar un agotamiento extremo.

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