Tras el fracaso de las negociaciones de un tratado global, varias ciudades y estados están probando distintas opciones para hacer frente a este fenómeno

Sarah J. Morath / The Conversation vía Reuters*

Los microplásticos parecen estar en todas partes: en el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que comemos. Han aparecido en órganos humanos, sangre, testículos, placentas y hasta en cerebros.

Si bien aún se desconocen todas las consecuencias para la salud de esta exposición, los investigadores están explorando los posibles vínculos entre los microplásticos y efectos negativos como la infertilidad masculina, la inflamación, las enfermedades hepáticas y otros problemas metabólicos, así como los ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares.

Durante los últimos años, los

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