Hoy, más que nunca, retumban en Palacio Nacional las palabras del propio López Obrador: no hay negocio jugoso que se haga en el gobierno, sin el aval del presidente.

Durante el sexenio de López Obrador, la supuesta solución contra la corrupción en las aduanas fue la militarización. Se entregó el control a la Marina bajo el argumento de que solo así se frenaría el contrabando y el tráfico ilegal de mercancías. La realidad fue distinta: en lugar de limpieza hubo rotaciones constantes, padrinazgos políticos y nombramientos cuestionables. Por eso, hoy todas las miradas se concentran en los marinos implicados, especialmente en los hermanos Farías —sobrinos del almirante Ojeda, secretario de Marina con López Obrador—, pero casi nadie señala a quienes toman las decisiones de fondo: los titulares

See Full Page