En septiembre, el humo de la parrilla se vuelve casi un símbolo patrio. Basta caminar por cualquier barrio para sentir ese aroma inconfundible que anuncia que el asado ya está en marcha. No es exageración: para muchos chilenos, Fiestas Patrias sin carne a la brasa simplemente no existen. Pero detrás de cada corte jugoso y de cada chispa que salta del carbón, hay todo un mundo de técnicas, dudas y secretos que distinguen al buen parrillero del improvisado.

Los cortes que mandan en la parrilla

En Chile, la tradición carnívora tiene sus clásicos indiscutidos. El lomo vetado, con su grasa infiltrada que se funde en la brasa, es el favorito de quienes buscan jugosidad y sabor. Su hermano, el lomo liso, ofrece un equilibrio entre ternura y firmeza, perfecto para quienes prefieren cortes magros

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