Con frecuencia aceptamos con facilidad el dicho “las comparaciones son odiosas” y la verdad, cuando se trata de compararnos con otras personas la gente lo hace para establecer diferencias y hacer distinciones: o eres demasiado bueno para algo, y quizá se consienta la soberbia, o de plano lo hacen para hacerte sentir lo malo que eres para cierta destreza o habilidad y acaban por ponerte a nivel de piso, con la autoestima hecha pedazos.
Comparar se puede entender también como contrastar, pues en ambos casos se trata de mostrar la diferencia entre dos cosas. En este todo caso entre más amplio sea el rango de la discrepancia, más clara será nuestra idea del perfil de los objetos comparados; en otras palabras: conoceremos mejor qué es qué, o quién es quién, no necesariamente para alabar o deno