Con la llegada del otoño y, más tarde, del invierno, los días se acortan de forma progresiva. Las tardes luminosas dan paso a atardeceres tempranos, y este cambio tiene un impacto directo en el cuerpo y en la mente . La falta de luz natural altera los ritmos internos, influye en el descanso y puede incluso afectar al estado de ánimo. Conocer cómo gestionar esta transición es clave para mantener la vitalidad y el bienestar emocional.

Por qué la falta de luz nos influye

El organismo humano está estrechamente vinculado a los ciclos de luz y oscuridad. Cuando disminuye la exposición solar, el cerebro produce más melatonina , la hormona que regula el sueño, lo que genera sensación de cansancio. Al mismo tiempo, se reduce la producción de serotonina , relacionada con el bienestar, y esto

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