Las consecuencias económicas son graves. La Asociación Peruana de Operadores de Turismo (Apotur) estima que por cada visitante perdido se dejan de percibir alrededor de US$ 1,000 en divisas, lo que proyecta una caída superior a US$ 40 millones en 2025. En paralelo, la Cámara de Turismo de Cusco calcula que las pérdidas superan los US$ 3 millones diarios al considerar toda la cadena de valor comercial, desde hoteles y restaurantes hasta transportes y comercios artesanales.

La combinación de pérdidas económicas, desorden logístico y cuestionamientos sobre la gestión del santuario está debilitando la confianza de turistas y golpea negativamente la imagen del país. En este contexto, Gestión conversó con diversos actores del sector para conocer de primera mano cómo la crisis está afectando

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