“Los vientos de María me trajeron hasta Hartford”, dijo con voz firme, pero con el recuerdo temblando aún en la garganta. Bajo un sol implacable, sin sombra donde refugiarse, miles de puertorriqueños hacían fila para todo: agua, comida, gasolina, noticias de sus familiares. Algunos, en el colapso del sistema, pasaron semanas, meses, sin electricidad, sin atención médica, sin escuelas, sin un gobierno visible. Y otros, como Bianca Noroñas, dejaron atrás las ruinas, tras el paso de aquel huracán que lanzó todo su coraje contra Puerto Rico la mañana del 20 de septiembre de 2017.
Ya se cumplen 8 años desde que los vientos del huracán no solo arrancaron techos y palmeras en la isla, sino además el sueño de criar y ejercer en la tierra que los vio nacer. Bianca es una de ellas.
“Muchas persona