Cada septiembre, desde hace un tiempo, se renueva la discusión sobre la pertinencia de las tradiciones patrias. Muchas de ellas, principalmente asociadas al u so de animales para actividades de esparcimiento .
Algo que, en todo caso, no es exclusivo de Chile. Un ejemplo paradigmático es el de las corridas de toros. Según una reciente encuesta, siete de cada 10 españoles las rechaza . Esta semana en Colombia fueron definitivamente prohibidas y el Congreso de Ciudad de México aprobó en marzo las “ corridas de toros sin sangre ”.
En Chile es recurrente homologar esta discusión al rodeo . Esta histórica práctica, anclada originalmente al campo chileno, pero a estas alturas sello de lo que se entiende como “ lo nacional ”, ha sido sujeto no sólo de debate público,