Después de Espero el argumento, el artículo definitivo de Enrique García-Máiquez en estas mismas páginas sobre el asesinato de Charlie Kirk, poco puede añadirse a lo que él ha expuesto: los argumentos de Kirk, los que sostuvo en debates públicos seguidos por millones de personas, no han sido rozados siquiera por la bala asesina. Ahí siguen y ahí seguirán, influyendo sobre muchos que hasta ahora, como es mi caso, ni sabíamos de su existencia. Los de los contrarios, sin embargo, han sido acallados por la abyecta explosión de odio y júbilo entremezclados que siguió en las redes a la difusión del atentado. Soy de los que creen que este hecho, por la dimensión alcanzada, es incluso más grave que el asesinato en sí.
Mucho se ha escrito en estos días sobre esta reacción que ha sorprendido a tant