El evento sísmico del 19 de septiembre de 1985 hizo evidente la necesidad de contar con un sistema de vigilancia capaz de operar los 365 días del año, las 24 horas, con tecnología de punta y una extensa red de estaciones sísmicas bien distribuidas por todo el país, expone el profesor Carlos Valdés González, del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
A decir del también investigador, el terremoto no solo dejó su impronta en el imaginario colectivo de todos aquellos que lo vivieron y de quienes han crecido luego en la capital mexicana, habituados cada año a revisitar las imágenes que los registros periodísticos nos legaron, también dio pie a la construcción de una nueva cultura de protección civil, prevención y gestión del riesgo, así como de vigilancia.
Valdéz González, comprometido imp