Lo que va, vuelve. Se cosecha lo que se siembra. Aquellos polvos trajeron estos lodos. Tales adagios amonestan y consuelan al mismo tiempo: quien obra mal, ya seas tú o quienes te agravian, acabarán recibiendo su merecido kármico. En realidad, sin embargo, quienes obran mal a menudo escapan a la responsabilidad por su comportamiento, a veces debido a la suerte, y a veces como resultado de una táctica exitosa para avanzar en un objetivo estratégico.

Rusia pertenece a esta última categoría. La estrategia del presidente Vladímir Putin para salirse con la suya en la devastación a gran escala de Ucrania y en la guerra híbrida situacional en Occidente incluye dos tácticas de la era soviética: reclutar a idiotas útiles para la causa y emplear tácticas del salami para lograr sus fines. La prime

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