En la pasada y actual administración federal, solo se destinan recursos a aquellas políticas públicas que generan simpatía, pero sobre todo votos entre los electores, y en su manera de ver el mundo, ni la cultura ni la arqueología se los dan. Es una visión miope y limitada, de un gobierno que, por la vía de los hechos, se ha convertido en enemigo acérrimo de estas actividades.
El domingo pasado, el Convento de la Natividad, obra del Siglo XVI de la Orden de Predicadores (OP), en Tepoztlán, Morelos, cerró las galerías del claustro alto “porque el domingo viene mucha gente, y solo somos tres custodios”, me dice uno de ellos. Y eso, añade, “hace imposible que podamos cuidar ese espacio y el museo que ahí se encuentra”.
En el presupuesto de la Federación de 2026, la reducción de la inversión