No hay polarización. Hay un mercado. En él no compiten las ideas sino las actitudes. Unos venden miedo con descuento; otros venden ambigüedad con empaque premium. La discusión no gira en torno a la realidad, sino a la posición del cuerpo, como si la política fuese coreografía en tarima, micrófono inalámbrico y fotocheck . Brazo en alto, gesto sereno, ceño técnico. Para qué una convicción si basta un tono.
La política colombiana aprendió a terciarizar el conflicto. La guerra se externaliza hacia el lenguaje. El candidato ya no dice, sugiere. No promete, insinúa. Reemplaza la propuesta por la postura, porque la postura no se verifica. Lo que se valida es la sensación de seguridad, la familiaridad de los eufemismos y la música de fondo de las encuestas.
Los tibios son especialistas del e