Tafalla está un momento cargado de simbolismo y nostalgia. Este viernes, Javier Intxauspe bajará por última vez la persiana del kiosco que lleva su apellido y que durante 44 años ha sido parte inseparable de la vida cotidiana de la ciudad del Zidakos. No será solo el cierre de un negocio, sino la desaparición de un oficio que agoniza en todo el Estado y que en Navarra ya apenas resiste. Pero el cierre del kiosco es también el reflejo de una tendencia más amplia: la prensa escrita atraviesa un momento crítico.

La caída sostenida de lectores, el cambio hacia la información digital gratuita y la concentración de medios han erosionado durante años la viabilidad económica de los periódicos en papel. Cada kiosco que cierra, como el de Javier, se convierte en un síntoma visible de la fragili

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