Diez días en Ginebra bastaron para confirmar algo incómodo: sin reglas comunes, la crisis del plástico seguirá exportando sus costos a quienes menos tienen. El tira y afloja entre quienes quieren limitar la producción y quienes apuestan todo al reciclaje dejó a la mesa sin un texto de acuerdo. Mientras tanto, el mundo sigue con tasas de reciclaje de un dígito, y comunidades enteras conviven con microplásticos y rellenos sanitarios al borde. No es un debate de buenos contra malos: es la urgencia de pasar del residuo al diseño y del discurso a los estándares.
En la mesa del Comité Intergubernamental de Negociación (INC), siete temas concentraron la atención: límites a la producción de plásticos vírgenes, gestión de residuos, químicos peligrosos, usos esenciales, financiamiento, innovación t