Nadie imaginaba que ese 7 de junio de 1977, en una tarde como cualquier otra, Ted Bundy escaparía tan fácilmente del juzgado.
En el palacio de Justicia de Aspen intentaban comprobar la acusación de homicidio en primer grado en su contra por el crimen de una joven llamada Caryn Campbell , perpetrado años atrás. El guardia que lo custodiaba lo perdió de vista durante un segundo y él se esfumó como si fuera el truco de un mago.
Más adelante se supo que saltó desde una ventana ubicada a ocho metros de altura del suelo. Como consecuencia del impacto se torció un pie, pero eso no le impidió correr hasta el bosque más cercano, donde permanecería días.
Su huida dio inicio a la cacería. El FBI entró en juego; desde entonces, Bundy se convirtió en un fugitivo interestatal. Lo que pasó en