La separación de Kiko Rivera e Irene Rosales ha dejado al descubierto no solo el final de un matrimonio que parecía indestructible, sino también una serie de decisiones económicas que ahora cobran un inquietante sentido. El DJ, hijo de la tonadillera Isabel Pantoja , no solo ha roto once años de convivencia, también ha encendido la mecha de las especulaciones al dar un giro radical a sus movimientos inmobiliarios.
Durante su matrimonio, Kiko Rivera e Irene Rosales siempre vivieron de alquiler, una decisión que parecía responder a una aparente comodidad, pero que en realidad escondía una estrategia mucho más calculada. Según fuentes cercanas, el DJ nunca quiso adquirir propiedades a su nombre para evitar que, en caso de ruptura, Irene tuviera derechos sobre ellas. Ahora, con la se