En las relaciones personales y laborales siempre existe el riesgo de cruzarse con personas que recurren a la manipulación como forma de control. Son perfiles que dominan el arte de retorcer las palabras o generar sensación de urgencia para que otros cedan en sus decisiones. Ante este tipo de dinámicas, una estrategia eficaz consiste en disponer de respuestas breves y claras que desactiven el juego psicológico sin necesidad de entrar en confrontaciones directas.

Una de las fórmulas más potentes es recordar que el propio criterio importa: frases como "necesito comprobarlo primero yo mismo" funcionan como un escudo. Al introducir una pausa, se evita el atropello y se deja claro que las decisiones personales dependen de la reflexión interna, no de la presión externa. Algo parecido ocurre

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