En el Memorial del 85, en Tlatelolco, se conmemoró el 40 aniversario del devastador terremoto de 1985. Los asistentes guardaron un minuto de silencio en honor a las miles de víctimas. Claudia Parga Juárez, una de las sobrevivientes, compartió su conmovedora historia.
Claudia, que tenía solo nueve años en el momento del sismo, recordó cómo su vida cambió para siempre aquel 19 de septiembre. "Ese día no tenía clases en la escuela Nicolás Rangel. Acompañé a mi madre a dejar a mi hermana mayor a la secundaria. Esa decisión me salvó la vida", relató.
Mientras regresaban, el auto comenzó a temblar. "Le dije a mi mamá: ‘Mamá, ¿qué haces? ¿Por qué avanzas?’ ‘Hijo, no estoy haciendo nada’”, recordó. En ese instante, un espectacular se desplomó frente a ellas, cubriendo todo de polvo. Cuando la visibilidad mejoró, el edificio Nuevo León, donde vivían, ya no estaba.
"Volteamos… estaba el edificio, nuestro edificio, y temblaba como gelatina. Las torres Oaxaca, Zacatecas, Coahuila y Veracruz chocaban entre sí, caían piedras”, narró Claudia. En el interior del edificio se encontraban su padre, tres de sus hermanos, su abuela y su tía, quienes habían viajado desde Fresnillo, Zacatecas.
Claudia enumeró las pérdidas irreparables: "Aquí en el edificio Nuevo León, perdí a tres de mis hermanos: Gilberto Jesús Parga Juárez; mi abuela, Guadalupe Juárez, y mi tía Natividad Juárez”. La tragedia se intensificó con la desaparición de dos de sus hermanos. "A Sandra Leticia Parga Juárez, que tenía once años, y a Sergio Alberto Parga Juárez, de solo dos años, los vieron vivos, pero nunca los encontramos”.
La búsqueda de sus hermanos se convirtió en una misión de vida para su madre, quien falleció en 2021. "Mi mami incansablemente los buscó durante treinta y seis años. Sus últimas palabras fueron: ‘Continúen la búsqueda’”, compartió Claudia.
Hoy, su padre de 84 años la acompaña en cada ceremonia. "Estamos aquí honrando la memoria de nuestras familias… El 19 de septiembre de 1985 no se olvida y seguirá en nuestros corazones”, concluyó.
La voz de Claudia resonó entre los presentes, recordando que las secuelas del terremoto son más que cifras. Son historias de vida que se transmiten de generación en generación, manteniendo viva la memoria de aquellos que se perdieron.